22 oct 2015

¿CÓMO ENCARAR LA PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA EN LENGUAS INDÍGENAS?

¿CÓMO ENCARAR LA PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA EN LENGUAS INDÍGENAS?

¿Están enfermas nuestras lenguas o somos nosotros los enfermos?[1]
Por Martín Castillo C[2].

Introducción
“Las lenguas no se reivindican si tienen por único contexto la escuela o si se encuentran al margen de la estructura social, económica y cultural de una nación, o en el exterior del grupo de sus usuarios” (Pellicer 1993:50).

¿Por dónde debemos o tenemos que empezar a encarar la planificación lingüística?
¿Por la lengua como objeto?
¿Por la lengua como sujeto de derecho[3]? O
¿Por los usuarios?
¿Por la cultura?
¿Cuál es el camino hacia la preservación y desarrollo de las lenguas indígenas?
Sabemos por experiencia que, enseñar las lenguas indígenas en las escuelas, crear academias de lenguas indígenas, crear diccionarios y gramáticas, crear hospitales especializados para atender a las lenguas en proceso de extinción, implementar proyectos educativos de tipo EIB, formar lingüistas indígenas, implementar universidades especializadas en estudio de lenguas indígenas, crear institutos indigenistas e indianistas, y dictaminar leyes a favor de las lenguas indígenas, etc., no garantiza que las lenguas minorizadas y amenazadas sigan viviendo; es una condición necesaria, hasta esencial, pero no suficiente. Si bien es algo que tenemos o debemos hacer, no indica que sean las medidas salvadoras y últimas. Con todo lo realizado, hasta ahora, pensando en salvar nuestras lenguas indígenas, es verdad, hemos ganado experiencia, pero no logramos todavía revertir el camino de su deterioro y muerte.

Nuestros esfuerzos, desde afuera y desde adentro, y por todos los lados, acudiendo a las lenguas indígenas minorizadas en peligro de extinción, con la esperanza de prolongar su vida y con ella nuestras culturas, no darán resultados esperados, como quisiéramos, si no cambiamos y, pronto, de perspectiva de intervención. El presente artículo, tiene la intención de ayudar a repensar esa perspectiva.

Actitud de los indígenas frente a su lengua
Pensemos, un momento, en la actitud que asumen los originarios indígenas frente a su propia lengua: ¿Por qué el rechazo a las lenguas indígenas?, ¿Por qué la resistencia a la EIB?, ¿Por qué los padres de familia no desean que se les enseñe a leer y escribir en una lengua indígenas a sus hijos?, ¿Por qué no aprueban la enseñanza de contenidos curriculares en lenguas indígenas?. ¿Por qué en Apurimac la gente no quiere que se escriba el quechua?.

De una u otra forma, el rechazo a la lengua indígena tiene que ver, fundamentalmente, con las experiencias dolorosas que han vivido históricamente los indígenas quechuaimaras, desde la invasión española, principalmente. No podemos desconocer, que nuestros abuelos, fueron, desde siempre, maltratados socialmente, por su condición indígena. Pesadilla que provocó, en el tiempo, su automarginamiento y alejamiento de su propia cultura y lengua, para evitar que se siga repitiendo la historia con sus hijos.

A este fenómeno, se suma la nueva sensación globalizante que vive el mundo en su nuevo estadio neoliberal, donde la cultura de poder traspasa y se impone subliminalmente en los rincones más discretos de nuestras poblaciones indígenas a través de sus diferentes medios, provocando así tensiones existenciales, que finalmente, termina absorbiéndolo.

En este proceso, para evitar toda situación dolorosa, los indígenas han preferido asumir el cambio y acomodarse a los nuevos escenarios, dejando de lado su propia cultura y lengua, que no cobra funcionalidad en el ámbito formal.
Para los indígenas no está entre sus necesidades y aspiraciones escribir sus lenguas. La lógica con que asumen el hecho, sus formas de pensar sobre su lengua, no toma sentido dentro de la concepción del mundo académico, por lo tanto no son tomados en cuenta a la hora de tomar decisiones. En Colombia, Daniel Monje, cuando intentaba grabar a una anciana de la selva amazónica fue interceptado por ésta, que no le permitió grabar, porque según la anciana con ello le robaba la palabra (información personal). En el mismo país, el antropólogo Jairo Nieto, constató semejante actitud entre los sabios Uwas[4], un rechazo radical a que se escriban sus mitos, porque ellos piensan que la escritura les mataba a sus mitos, en palabras de un Guambiano, “los fosilizaban” (comunicación personal).

En la filosofía de los indígenas monolingües y algunos bilingües, escribir sus lenguas significaría entonces celebrar la muerte de éstas; el hecho de graficar alfabéticamente la lengua congelarla su vida, sepultarla; ponerla escrita en un libro es archivarla y consecuentemente olvidarla, dicen ellos. Cuando hablamos de los indígenas, estamos ante una situación en donde la lengua no solamente es considerada como un instrumento de comunicación, sino tiene una connotación mucho más profunda, desborda los marcos acostumbrados con que se le mira académicamente, logrando una connotación sagrada, como parte de una totalidad colectiva natural y humana que responde a su cosmovisión.

En este contexto, la planificación lingüística y todo lo relacionado con la conservación de las lenguas indígenas, resulta, por no decir “imposible”, muy complejo. Complejo, porque nos enfrentamos a situaciones existenciales y de sobrevivencia de grupos humanos con distintas formas de pensar, de sentir y vivir. Si bien es cierto, nuestras acciones de intelectuales orgánicos pueden influir en algo, no será suficiente y menos determinante, porque no todo lo que se diga puede ser válido y convincente para los usuarios de lenguas indígenas, “hay otros valores en la convivencia social que tienen sus propios criterios de racionalidad”…” (Zimmermann 1997:39).

Si pretendemos salvar nuestras lenguas indígenas, lo primero que tenemos que hacer es curarnos del mal de identidad, del mal de cultura que nos hace cada vez más denigradores de nuestra propia identidad, de nuestras lenguas y culturas. Si no curamos nuestra enfermedad de inconsciencia, de automarginación y de pensar que nuestra lengua no sirve, o sintiéndonos inferiores con respecto a otras culturas; si seguimos legitimando la idea de desventaja lingüística-cultural sin hacer nada por superarla, todo seguirá como está y nuestras lenguas seguirán muriendo. En este sentido, tenemos que estar concientes y convencidos de dos cosas: uno, la solución a los problemas que atraviesan nuestras lenguas indígenas somos los hablantes, y nadie más. Como dice Littlebear, la responsabilidad de salvar nuestras lenguas es nuestra y solamente nuestra y dos, los decretos y las instituciones oficiales no pueden ser responsables directos del mantenimiento o sustitución de las lenguas indígenas, aunque sí lo son de las acciones que limitan sus usos y funciones (Pellicer 1993).

Por esto, si queremos evitar que mueran nuestras lenguas indígenas, si queremos conservarlas, fortalecerlas y, principalmente, desarrollarlas, tenemos que tomar conciencia, con o sin ayuda de los especialistas y estudiosos de la lengua. Si bien es cierto, la ayuda de instancias especializadas y personas externas es necesaria, pero no es suficiente. Lo determinante es que nosotros como usuarios de las lenguas indígenas tomemos conciencia del valor que tienen nuestra cultura y lengua. Como dice Green (1996), si un pueblo no vive su cultura, si no vive y hace uso de su idioma, éste no podrá revivir. En la misma perspectiva Littlebear (1999) nos sugiere que debemos hablar nuestras lenguas indígenas todos los días, en todos los lugares, con todos y en cualquier sitio. Porque parte del deterioro de nuestras lenguas es causada por la constante disminución de hablantes nativos.

Intervención Cultural y lingüística
Conscientes de la humillación histórica que sufren los indígenas, la actitud y el valor que le confieren a su lengua: ¿Cuál es nuestro trabajo de aquí en adelante?, si apostamos por la preservación y desarrollo, ¿Convencer a los quechuaimaras a que sigan viviendo su cultura?, ¿Obligarles a que sigan hablando sus lenguas?, ¿Enseñarles a escribir sus lenguas?; O simplemente, dejar que ellos decidan lo que les parezca mejor?.
Los planteamientos previos, nos sugiere repensar el camino, reinventando estrategias de intervención, de forma más integral. Si tratamos de intervenir desde un enfoque más social, donde la lengua pasa a ser considerada sujeto de derecho, la planificación lingüística, ya no será más cuestión técnica solamente, sino pasará a ser parte de algo que podemos llamar planificación de la identidad de los usuarios. Según Zimmermann (1997), ya no es conveniente hablar de planificación lingüística sin la planificación de identidad. Esto quiere decir que, antes de intervenir en lo puramente lingüístico, debemos intervenir en lo étnico-cultural, porque la última palabra tienen los usuarios, la actitud frente a su propia lengua, el valor que les dan, el uso en su vida diaria, es determinante. Es más, la planificación lingüística, no es pertinente si antes no nos preocupamos por la condición del usuario.

En el proceso de intervención lingüística, la orientación tiene que pasar, necesariamente, por la cuestión humana y cultural, no se puede seguir haciendo política solamente desde lo político y tampoco pensando desde lo técnico como el aspecto importante, descuidando lo cultural, esencia de todo cuanto existe. Esta forma de hacer intervención tiene que ser revertida.
Esto implica partir de nuestra cultura, desde adentro y tomando conciencia de que somos parte de una cultura tan igual a cualquier otra cultura; es cierto, con imcompletitudes, tampoco podemos pensar que hay culturas completas en su sentido de pureza.

Si realmente pretendemos asumir la tarea de evitar la muerte de nuestras lenguas indígenas, tenemos que empezar por desarrollar y fortalecer nuestra cultura, buscando la cohesión de las poblaciones indígenas, promoviendo el uso de nuestra lengua en las diferentes situaciones y contextos, asegurando la transmisión generacional de nuestras lenguas. Si en el hogar no hay la mínima intención de transmitir nuestra lengua a nuestros hijos, ésta perecerá pronto. Debemos admitir:
El hogar es el último bastión de una lengua subordinada enfrentada con una lengua oficial dominante de mayor difusión (…) los hablantes han sido incapaces de transmitir la lengua a sus hijos, de modo que no habrá una generación de reemplazo cuando la generación de los padres desaparezca. (Dorian, en Baker 1997:82)

A esto se debe que la actitud de las personas a favor o en contra de su lengua es determinante. “Allí donde la gente está determinada a mantener viva una lengua, parece imposible destruirla” (Edwards, en Baker 1997:82), pero sino tienen una convicción similar será fácil perderla.
La intervención lingüística que se haga tiene que propender a un tratamiento integral, es decir, considerando todos los aspectos de la cultura. La intervención lingüística, en este sentido, necesita de un respaldo de diferentes programas, fundamentalmente, socio-económicos, porque, como plantea Green (1996), no habrá desarrollo lingüístico sino hay desarrollo productivo que permita pensar y trabajar en nuestros idiomas, diariamente. En esto es claro cuando dice: ”mientras los productos y tecnologías más usados sigan viniendo desde el mundo occidental, la lengua de occidente seguirá metiéndose en las comunidades y en las mentes sin que nosotros decidamos cómo” (Green 1996: 11).

En las intervenciones que hagamos ya no es posible que las lenguas indígenas sean aisladas como simples objetos de estudio, es decir, ya no se puede seguir utilizando la lengua indígena, solamente, como instrumento aislado. Tenemos que dejar de lado la actitud de la intelectualidad poseedora de una profusa erudición, para quienes los idiomas indígenas constituyeron y constituyen un apasionante objeto de estudio, pero nada más (Pellicer 1993). Nuestras acciones tienen que ir dirigidas, integralmente, a mejorar el habitat de las lenguas y el de la condición de sus usuarios, "cualquier política lingüística que se proponga y desarrolle es ilusoria, sino se acompaña de desarrollos socio-económicos y políticos" (Green 1996:5).

Por esto, cuando se piensa intervenir en la constitución física e inclusive espiritual de las lenguas indígenas, es menester, primero, conocer y estudiar el habitat socio-cultural de la lengua, es decir, ¿Quiénes la hablan?, ¿Dónde la hablan?, ¿En qué condiciones la hablan?, etc., porque someter a las lenguas indígenas a una operación de vida o de muerte con una política lingüística y planificación lingüística sin considerar la planificación de la identidad étnica-cultural y política étnica, y otros aspectos, especialmente, socio-económicos, sencillamente será una intervención equivocada que, en vez de ayudar en la revitalización de las lenguas indígenas ayudará a matar más rápido de lo previsto.

En este sentido, es más que urgente fortalecer y desarrollar la cultura económica y productiva de los pueblos indígenas para mejorar sus condiciones de vida, porque esto permitirá que los usuarios desarrollen sus lenguas pensando en su utilidad, "el hecho de que las lenguas indígenas, amerindias, nativas o como se les llame generalmente presentan un grado de elaboración léxica restringida no se debe a una supuesta inferioridad de la lengua (como sistema), sino a la situación histórica de sus hablantes” (Zimmermann 1997:46).

Para una acertada intervención en la vida de las lenguas indígenas, como ya se adelantó, antes que una intervención lingüísticamente técnica, se tiene que prever una planificación étnica-cultural, entendida como un proceso en la que se procure borrar los efectos del deterioro cultural y producir una autoconciencia y una autoestimación en los indígenas. Para esto Zimmermann (1997) plantea aspectos fundamentales, de los cuales rescatamos los siguientes:
- la planificación de la identidad étnica debe evitar la comparación en un sentido de distinción de superioridad.
- la planificación de la identidad étnica debe concentrarse más bien en el desarrollo de la propia cultura a partir de los hechos culturales existentes, es decir, concretizarse en un proyecto común. La realización de proyectos autodeterminados permite, en el futuro, apoyar la autoestima en logros manifiestos y visibles. Haber logrado la posibilidad de proyectos autodeterminados, como la educación étnica y la enseñanza de la propia lengua, es uno y el primero de ellos.

- hay que crear estructuras políticas, económicas y sociales de cohesión étnica. La participación política es la manera más adecuada para garantizar esta cohesión.

Para concretar las ideas fuerza de la planificación étnica-cultural como plantea Zimmermann (1997), necesitamos del apoyo de una educación bilingüe intercultural que pueda contribuir a los objetivos de revitalización de las lenguas y de revalorización de la cultura.[5] En donde la meta principal no sea formar individuos bilingües y biculturales (…), sino individuos con raíces sólidas en su propia cultura y con buenos conocimientos de la otras culturas.

Si nos damos cuenta, las fuerzas adversas al mantenimiento de las lenguas indígenas están enmarcadas o están estrechamente relacionadas con el deterioro de la identidad cultural[6], entendida como el menosprecio, la auto devaluación de la cultura propia y su consecuente apego y asimilación a la cultura del otro que brinda mayores posibilidades, por ejemplo, el aprendizaje de una lengua prestigiosa, en este caso, la dominante, que promete más posibilidades en el mercado del consumo y del trabajo, y no hay forma de ir en contra de ella. En este caso, podemos decir que el factor económico pasa a ser determinante. Refiriéndose a todo esto Green (1996) manifiesta, mientras la principal actividad económica requiera del español o el inglés- porque la controla el colono, el comerciante, (...) es de esperar que el prestigio de nuestros idiomas sufra enormemente y termine por perderse.

Ideas finales
El riesgo de muerte de las lenguas indígenas tiene que ver, principalmente, como dice Zimmermann con el deterioro de la identidad cultural de sus hablantes, por cierto, aspecto íntimamente relacionado con la situación de sobre-vivencia de las poblaciones indígenas.
Entonces, finalmente, siguiendo a Green y Zimmermann, queremos decir que el camino a la intervención lingüística, con el objeto de preservación de la lengua y evitar situaciones adversas, tiene que ir, necesariamente, previo o paralelo a la intervención étnico-cultural, es decir, el tratamiento debe ser global, partiendo de la situación socio-económica de las poblaciones indígenas, pasando por lo político, cultural y lingüístico. Es más, el cambio de perspectiva cobra importancia, en la medida que la lengua deja de ser un simple objeto de estudio para convertirse en sujeto de derecho.

BIBLIOGRAFIA

Baker, Colin. 1997. Fundamentos de Educación bilingüe y Bilingüismo. Madrid. Catedra.
Green, Abadio y Juan Houghton. 1996. “Queremos retomar la palabra” Interacción, Revista de Comuinicación Educativa. Santafé de Bogotá. CEDAL. Pag. 4-11.

Pellicer, Dora. 1993. “Oralidad y escritura de la literatura indígena: una aproximación histórica” Situación Actual y Perspectivas de la Literatura en Lenguas Indígenas. México. Concejo Nacional para la Cultura y las Artes. Pag. 15-53.

Littlebear, Richard. 1999. “Stabilizing Indigenuos Languages” G. Cartoni (ed) Some rare and radical ideas for keeping indigenous languages alive. Flagstaff, Arizona: Northern Arizona University. Pag. XII-XV.
Zimmermann, Klaus. 1997. “Planificación de la identidad étnica - cultural y educación bilingüe para los amerindios” Calvo & Godenzzi (Comp.) Multilingüismo y educación bilingüe en América y España. Cuzco: CBC. Pag. 31-52.

[1] Nuestras lenguas no están enfermas, los enfermos somos nosotros, por dejar de usarla, por sentir vergüenza de ella, por olvidarla.
[2] Investigador y escritor quechua.
[3] La lengua vista como sujeto, como dice Mosonyi "la lengua como sujeto de derecho", que debe merecer respeto.
[4] Indígenas de la selva amazónica colombiana.
[6] "Considero el deterioro de la identidad el punto crucial, porque toca a la autoestima, la valoración de sí mismo, es decir, algo psicológico muy profundo” (Zimmermann 1997:39).

3 comentarios:

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